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Enorme pérdida para el boxeo el fallecimiento de Evaristo Santiago Pérez

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Evaristo y su hija Dalia Aidé Santiago Marcial

Él iba a los que iba, salía a noquear o a que lo noquearan, fue un fajador nato: Julio César Santiago Rodríguez

Por Máximo Cerdio

Cuernavaca, Morelos, México; 8 de mayo de 2020. Como una enorme pérdida para el boxeo fue calificado el fallecimiento el día de ayer 7 de mayo, a los 69 años de edad, del Evaristo “El Picapiedra” Pérez, de acuerdo con su hijo Julio César Santiago Rodríguez y otros conocedores del box morelense y de la historia del deporte de los puños.

Evaristo “El Chato” Pérez, como también le decían, destacó en una época difícil para cualquier muchacho deportista que tenía aspiraciones en la Ciudad de México, eran los años setenta y las estrellas del boxeo mexicanos, como Vicente Saldívar, Efrén “El Alacrán” Torres, Lupe Pintor, Rubén El Púas” Olivares, brillaban intensamente.

Sobre el estilo del Picapiedra Pérez, su dijo dice: él iba a los que iba, salía a noquear o a que lo noquearan, fue un fajador nato.

Julio César Santiago Rodríguez relata que Evaristo llegó de San Juan Tentitlán, Estado de México, a los 15 años a Cuernavaca, buscando una mejor calidad de vida.

En la zona de tolerancia que en aquel entonces se ubicaba en Acapantzingo tuvo un puesto de tacos; luego le hizo a la fotografía y otros oficios.

En 1967 comenzó practicar box con Jorge Frikas Lozano, quién fue campeón en la entidad.

Un compadre suyo que era hijo del dueño del bar en donde trabajaba, le propuso que se fuera a México a entrenar, que él le pagaba los pasajes.

Le dijo: “vete a México, porque tienes con qué, yo te pago los pasajes” y se animó.

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Evaristo y su hija Dalia Aidé Santiago Marcial

En México llegó con Tony Rocha a entrenar, él lo empezó a meter a la Arena México. Creo que su primera pelea fue con un tal Jesús Cuita, al que noqueó. Eso sería como en el 69 o en el 70, muy seguro no estoy. De ahí empieza a medirse con los mejores, él era peso mosca, de los mínimos, en ese entonces no había mini moscas, era peso mosca y empezó a batallar con los mejorcitos de su división, ya habían agarrado a los mejorcitos de cuatro, seis, ocho rounds, y lo pusieron con un mosquita que estaba sobresaliendo en ese tiempo, fue muy nombrado también, Lorenzo “Halimí” Gutiérrez. Perdió en la Arena Coliseo, y tuvo otra pelea de revancha con él en Acapulco, y ganó el Picapiedra.

De ahí lo empezaron a medir con los mejores a nivel república, por ejemplo, peleó con uno que fue campeón olímpico en el 68, Ricardo Delgado, con Samuel Machorro, lo mejor de su época, con campeones nacionales, con Kid Rubaldiño, por el campeonato; Evaristo me contaba que le habían robado al pelea.

También salió a pelear fuera de México, a Nicaragua, allá le ganó a los dos campeones de allá.

Su última pelea fue con un campeón mundial muy conocido, José Guadalupe Pintor.  Después se retiró y se dedicó al ambiente de los bares. Los chavos le empezaron a decir que los entrenara, y lo hizo; sacó dos que tres buenos chamacos. El que más sobresalió fue Héctor “El Negro” Rodríguez.

Sobre esta última pelea con Lupe Pintor, Javier Jaramillo Frikas, la enciclopedia viviente de Cuernavaca, en su columna publicada en El Clarín de Morelos, recuerda al Chato de esta manera:

“Ahí, no tengo preciso el año pero pudo haber sido en 1976, Lupe Pintor y Chato Pérez salieron a combatir 10 asaltos, ya Evaristo estaba en la cuadra de don Lupe Sánchez y aquí los aficionados nos juntábamos en casa de tal o cual, en el bar ‘Mi Oficina’ de don Chucho en Matamoros, se convocaba a los expertos que cruzaban alguna apuesta, en un ambiente hoy añorado. La expectativa era ver que hacía El Chato ante un prospecto a campeón mundial como finalmente –y lo fue doble, gallo y supergallo—como fue “El Grillo de Cuajimalpa.

Poster de Evaristo Santiago Pérezaa
Poster de Evaristo Santiago Pérezaa

“Primer asalto, la educada izquierda de Pintor se hizo sentir y de ahí no tengo preciso si en el segundo o tercero, un perfecto oppercout del capitalino en la quijada de Evaristo lo hizo caer. Imagínense que tipo de impacto recibió el durísimo Chato, que en lugar de quebrarle Pintor la quijada… ¡le fracturó el tobillo derecho! Intento levantarse, no se veía noqueado, pero era imposible continuar.

“Esa fue su última pelea, tenía apenas 26 años y había librado batallas durísimas con lo mejor en peso mosca y gallo de México, en ese momento una auténtica potencia mundial, con varios campeones en diversas divisiones. El querido Picapiedra anunció su retiro tras la refriega y nunca volvió a pelear ni siquiera de exhibición, a una edad donde apenas están cuajando los grandes”.

 

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