En los consultorios médicos particulares se atendieron decenas, cientos o tal vez miles de personas que no pudieron realizarse la prueba de covid-19. La pandemia rebasó el sistema de salud público y muchos médicos dieron consulta a pesar de que pusieron en riesgo su vida, algunos murieron, otros enfermaron y se recuperaron, todos pusieron sus conocimientos para tratar de ayudar como fuera posible a la población pensando en salvar vidas.
Yesenia Daniel
Tlaquiltenango, Morelos; 15 de octubre de 2020. El doctor Pablo Gutiérrez Torres es el médico de cabecera de Tlaquiltenango, el municipio más grande territorialmente hablando del Estado de Morelos.
A su consultorio baja gente de las rancherías, de los municipios vecinos y de estados colindantes como Guerrero y Puebla, y cuando son vacaciones los paisanos que vienen a visitar a sus familias pasan a chequeo con el doctor, porque en Estados Unidos, el servicio médico es a veces inaccesible.
Durante la pandemia por el virus covid-19, el doctor Pablo llegó a atender hasta 60 pacientes en un día, ésta es la primera pandemia en su tipo que le toca enfrentar en sus 32 años de ejercicio médico.
Sin miedo al covid-19
Familias enteras del pueblo son pacientes del doctor Pablo, él es médico cirujano partero, egresado de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP), titulado con la tesis de coccidioidomicosis pulmonar; 34 personas afectadas por hongos en los pulmones que había que diferenciar de tuberculosis pulmonar, en aquellos años en la AUP no había investigación acerca de este mal y el médico epidemiólogo que la recibió la aceptó de inmediato; el joven doctor Pablo quería conocer las enfermedades que afectaban a los mexicanos, tanto a los del norte como a los del sur, por eso también se movió a Chiapas, donde hizo su servicio social y estudió casos de paludismo, después de terminar su servicio regresó a Monterrey, luego se estableció en lo que hoy sigue siendo su consultorio en la calle Moctezuma, cabecera municipal de Tlaquiltenango.
En los primeras semanas de la pandemia su consultorio era un hervidero de pacientes y familiares que tenían miedo de ir a los hospitales porque temían no salir vivos, el virus sarvscov2, causante de la enfermedad covid-19, era nuevo en el mundo y los médicos e investigadores empezaron a enfrentarlo prácticamente a ciegas, con las experiencias de los países en donde se presentó primero, principalmente Italia, pero las recomendaciones para tratarlo no eran precisas ni tampoco infalibles.
México supo del virus en diciembre de 2019 aproximadamente, cuando circularon por el mundo noticias de una enfermedad que había salido de la ciudad de Wuhan, capital de la provincia de Hubei, China; se vinculó el origen de la enfermedad al mercado de mariscos de Wuhan, sin embargo esta hipótesis sobre la ingesta de un animal y la portación del virus aún no ha sido científicamente confirmada, las personas afectadas presentaban un cuadro con síntomas de neumonía desconocida y con alto grado de mortalidad especialmente pacientes con comorbilidades como diabetes, hipertensión, sobrepeso, enfermedades de inmunosupresión o tabaquismo, un coctel tóxico que por desgracia son de las principales enfermedades que aquejan a los mexicanos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró como una pandemia global al covid-19 el 11 de marzo de 2020; el 14 de marzo el gobierno mexicano anunció las medidas sanitarias que se habrían de emprender y para el 18 de marzo se suspendieron las clases en los sistemas público y privado de los niveles educativos inicial, básico, medio superior y superior en todo el país, así como el cierre de actividades no esenciales para iniciar una cuarentena que se ha prolongado por más de 7 meses.
En Morelos el coronavirus no tardó en llegar y el municipio de Tlaquiltenango fue de los primeros lugares con personas afectadas, también de los primeros decesos reconocidos y registrados por la Secretaría de Salud del Estado, y sin embargo el doctor Pablo Gutiérrez durante estos más de siete meses de pandemia y de entre los aproximadamente mil pacientes atendidos sólo ha expedido dos certificados de defunción por síntomas relacionados con el coronavirus.
La pandemia evidenció el pobre sistema de Salud mexicano, y al igual que pasó con el sismo, dejó al descubierto las carencias en equipo, medicinas y personal, así como la falta de protocolos en el manejo de pandemias.
“Cuando nos a avisaron que en China empezó un virus comencé a documentarme con algunos casos europeos, entonces empezamos a tener realmente temor y respeto a la enfermedad porque nos preguntábamos ¿cómo lo vamos a tratar?; aquí hubo una desorganización general a nivel médico, cada quien buscaba cómo atender, la Organización Mundial de la Salud avisaba que todos (los cuerpos) se tenían que incinerar, no se tenía que hacer estudios, que luego luego a incinerarse por lo que se había visto en China pero China había tenido pocos casos nada más, pero al tiempo me preguntaba yo qué iba a hacer: ‘pues mandarlos al hospital’, no los podía atender, pero yo no me encerré; nosotros fuimos concientizados a atender a la población las enfermedades que sean y las que no podamos, enviarlas a donde se tengan que enviar”.
En el pico de la pandemia, a mediados del mes de mayo e inicios del mes de junio, el doctor Pablo enfermó de covid-19, fiel a sus indicaciones que había dado a sus pacientes se medicó de igual forma y en dos semanas estuvo mejor y volvió a dar consulta, los pacientes reventaron los horarios, no era suficiente de 9 a 3 de la tarde y de 6 a 8 de la noche, de lunes a sábado, las jornadas eran extenuantes pero el galeno no dejó a nadie sin consulta.
El miedo mata
Cuando a los comerciantes en Jojutla y todos los lugares en México les pidieron bajar sus cortinas temporalmente, una gran parte de la población no creía que la pandemia fuera real, creían que las medidas tomadas por el gobierno eran exageradas porque en el mes de marzo las noticias de la tragedia era ajenas a México, las increíbles imágenes de cadáveres sacados en bolsas plásticas uno detrás de otro las veíamos en Italia, por ejemplo, pero meses después cuando los casos empezaron a ser cercanos y los afectados eran amigos, familiares y gente conocida, la gente empezó a tener un miedo que en muchos casos escaló a nivel de pánico, la mayoría rehusó a ir a los hospitales en donde se les veía como sinónimo de ya no salir con vida, como el preámbulo de la despedida con la familia, por eso la gente recurrió a los consultorios médicos particulares, en donde se supone la atención médica era mejor.
Nadie quería dar consulta, nadie
En Xoxocotla, un pueblo indígena, ubicado a 13 kilómetros de Tlaquiltenango, la pandemia pegó fuerte, en abril, las caravanas de gente hacia el panteón pasaban al menos, cinco veces al día, los días más críticos, eran 10 los decesos diarios, el panteón nuevo pronto se llenó de flores frescas, a pesar de las indicaciones sanitarias de no realizar los rituales fúnebres como la velación o las aglomeraciones de más de 10 personas, la gente no podía dejar ir solos a sus muertos.
Los consultorios médicos particulares se empezaron a llenar de enfermos, gente con miedo y síntomas de dificultad para respirar, otros con síntomas parecidos al dengue: dolor de cabeza, malestar general, fiebre; los médicos particulares empezaron a cerrar sus consultorios para protegerse y proteger a su familia, los habitantes del pueblo sintieron esto como una traición o un abandono. Lo único abierto era el Centro de Salud del Estado, y los hospitales cercanos: el Hospital General ‘Ernesto Meana San Román’ de Jojutla, el IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social) de Zacatepec, así como unos pocos consultorios o clínicas privadas.
A través de los grupos organizados de médicos como el Colegio de Médicos de Medicina General de Jiutepec, la Secretaría de Salud del Estado, pidió el apoyo: «El secretario de Salud pidió al presidente del Colegio de Médicos de Jiutepec, Arturo Padilla que lo apoyaran a dar consulta porque nadie quería dar consulta, los consultorios cerraron. Nosotros nos arriesgamos a atender pero estábamos a ciegas».
El tiempo para preguntarse qué iban a hacer y cómo enfrentarlo había terminado, ahora la pandemia estaba encima del personal médico y de todo el sistema de Salud en México, pronto empezaron a documentarse, retroalimentarse con médicos especialistas, neumólogos principalmente.
El doctor Pablo dice que prácticamente cada quien manejó su protocolo, a su vez, en base a los protocolos internacionales de las autopsias que hicieron en Italia o España, por ejemplo; «Cuando empezaron a desinflamar las vías respiratorias de los pacientes que estaban hospitalizados en un día sacaron 11 mil pacientes del problema, entonces te replanteas los métodos y protocolos, tienes qué hacerlo. Muchos siguieron los protocolos que marca la Secretaría de Salud, fui criticado por eso pero vi que me dio resultado y con eso me fui. Empecé a atender y a enfrentar la enfermedad diciéndole primero a mis pacientes: confíen en Dios. Quiten el pánico (todo lo que ocasionaron las redes sociales) porque eso provoca que la gente se muera, no tanto el mal sino todo el pánico que trae porque inflama todo el sistema, andan estresados pero cuando veían que iban mejorando se relajaban y mejoraban».
En el Colegio de Médicos de Jiutepec a través de zoom se estuvieron capacitando, dos neumólogas del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), les explicaron algunos casos clínicos: paciente femenina, mediante tomografía presentaba cuadro típico de covid, le hicieron la prueba y salió negativa pero le dieron tratamiento de covid y se recuperó, «o sea, ahí es donde vemos que puede salir negativo el resultado y tener el problema, podría ser que saliera positivo y no tener el problema, nos empezamos a guiar por el PCR (PCR, por sus siglas en inglés, Reacción en cadena de la polimerasa. Prueba de diagnóstico) porque nos empezaron a decir que el PCR era el diagnóstico para covid pero no, el PCR nos avisa de una inflamación que tiene el cuerpo, un síntoma que nos dice a que algo hay y hay que revisar”.
Tratamiento antiviral, tratamiento antimicrobiano y tratamiento para desinflamar
Al inicio de la pandemia sus colegas médicos comentaban que el problema no era cómo se los habían platicado, sino que el problema se centraba en una inflamación pulmonar severa que ocasiona coagulación en el sistema venoso y arterial pulmonar, ahí es donde tenían que atacar. La recomendación de los colegas del INER a los médicos del Colegio de Médicos de Jiutepec fue empezar el tratamiento desinflamando.
«Cuando me llegaron los pacientes y empecé a dar tratamiento antiviral, tratamiento antimicrobiano y tratamiento para desinflamar y vi que me empezó a dar resultado me fui con esto, ojalá hubiera documentado todo, atendía de 25 a 30 pacientes diarios, empecé a documentar a partir del 24 de julio cómo los fui tratando, el seguimiento con la segunda visita y tercera visita o alta; hasta mediados de septiembre atendí más de mil pacientes sólo de covid».
Uno de estos casos de éxito con un cuadro clínico adverso fue en una mujer del Estado de Guerrero. Paciente femenino con daño renal, 42 años de edad, anemia severa, insuficiencia renal crónica, diabetes e hipertensión, que presentaba cuadro de covid, con astenia, adinamia, ardor de garganta, dolor de cabeza, dificultad para respirar, todos los síntomas apuntaban a covid, diagnóstico que se confirmó con un tele tórax o radiografía que mostró un problema inflamatorio pulmonar que, a pesar de su condición de salud, nunca había tenido; por recomendación de sus colegas neumólogos, cualquier persona que presentara esos síntomas tenía que dársele tratamiento de covid; por el daño renal de la paciente el doctor Pablo tuvo precaución pero prácticamente siguió el mismo tratamiento, había que evitar la coagulación, luego de 6 días mejoró, a la tercera cita estaba muy bien y fue dada de alta.
Pruebas covid-19
La prueba de covid-19 era inaccesible para el grueso de la población, el examen faríngeo más económico tenía un costo de 2 mil 900 pesos en laboratorios clínicos privados y había que pagarlo con tarjeta de crédito. El doctor Pablo Gutiérrez no envió a sus pacientes a realizarse la prueba porque además de que el resultado no era determinante como ya se había demostrado, mandarlos a que se lo hicieran en el sistema de Salud público no era opción pues estaban rebasados; entre colegas comentan que ni siquiera al personal del sistema de Salud Publico que se enfermó se les garantizó la aplicación de la prueba para descartar o confirmar que habían contraído covid-19 a pesar de presentar síntomas, les contestaban que no llevaban síntomas o que sus síntomas no eran muy fuertes; «con el tratamiento que yo di a mis pacientes empezaron a salir, por eso también me fueron llegando más pacientes porque me recomendaban, ‘allá con el doctor Pablo me alivié’, atendía de todos los municipios, de todos lados. Me quedé con el tratamiento que me funcionó».
Los pacientes del doctor Gutiérrez Torres no se ven reflejados en las cifras oficiales de la Secretaría de Salud de Morelos, los consultorios privados por protocolo deben hacer un informe a la Secretaría de Salud, sin embargo en esta situación en donde todo ha sido nuevo y desconocido para sus trabajadores y tratándose de una pandemia es casi imposible determinar un número exacto de personas afectadas, y por consiguiente también de decesos.
«Los médicos y consultorios privados tenemos que reportar pero a veces están tan saturados, los primeros casos de covid que atendí y que quería reportar a la Secretaría de Salud nadie me contestaba, y es que la persona encargada de recibir ahí era una persona mayor de edad que la mandaron descansar ¿y a dónde los mando? Teníamos que seguir trabajando».
El doctor Hugo López Gatell, vocero de la Secretaría de Salud federal en la pandemia por covid-19, ha respondido en diversas ocasiones que al número oficial de casos se tendría que multiplicar por 3 o por 4 para tener una estimación de las personas afectadas realmente por covid, “porque muchos se van a las clínicas y hospitales privados, y muchos murieron sin prueba, sólo se puso neumonía atípica, aunque esto no es sinónimo de covid-19 porque puedes abarcar cualquier caso de neumonía ya sea infecciosa, bacteriana, viral, por cualquier causa», indica el doctor Pablo Gutiérrez.
Recientemente la Secretaría de Salud pidió a los especialistas de la Salud que cuando se atienda a pacientes con la sintomatología típica ya no se le ponga diagnóstico de covid-19 sino como ‘caso sospechoso de enfermedad pulmonar viral’, a menos que tengan el resultado de la prueba que indique positivo para covid-19, aunque por los síntomas se trate de un caso de covid.
El 12 de agosto del 2020 este medio de comunicación envió la siguiente pregunta al vocero del Gobierno del Estado, Francisco Reyes Olvera, para que fuera contestada por las autoridades sanitarias del Estado, misma que a la fecha sigue sin ser contestada:
¿Habrá un comparativo o cruce de datos entre los decesos confirmados oficialmente por prueba de laboratorio por covid-19 y los registrados en el registro civil? De acuerdo con lo que se ha documentado, no todas las personas que lamentablemente fallecieron tras presentar síntomas de covid-19 acudieron a un hospital público (IMSS, ISSSTE, centros de Salud), muchos se atendieron en consultorios médicos particulares, otros muchos no se les alcanzó a hacer la prueba de covid-19, ustedes reiteradamente han mencionado que las cifras que se ofrecen en el panorama epidemiológico son por pruebas confirmadas por el laboratorio de Salud de Gobierno, ¿cómo se sabrá entonces la cifra real de infectados y decesos por covid-19? ¿O sólo será un estimado?
Palpación, percusión y auscultación
Entre colegas se recomendaron “haz tu consulta por videollamada, como lo están haciendo en muchas partes, así no te expones”, la respuesta del doctor Pablo fue negativa inmediatamente.
“Y bueno ¿dónde queda la clínica? El revisar al paciente, lo que me ensañaron en la Universidad. La clínica propedéutica es básica, si nos están pidiendo historias clínicas – que no me da tiempo de hacer-, ¿cómo voy a hacer una historia clínica si no estoy palpando?, y nos dicen muchos especialistas ¿qué les cuesta revisar? Es la base, palpación, percusión y auscultación, si tú no tocas, si no escuchas ¿cómo vas a poder diagnosticar?”.
Al cierre de esta edición, la Secretaría de Salud informó que 957 trabajadores del Sector Salud se han contagiado del virus, entre ellos 332 médicos, de los cuales 304 se han recuperado y 19 han perdido lamentablemente la vida; también 419 enfermeras, 396 de las cuales han superado la enfermedad y siete han fallecido; 206 otros trabajadores en diferentes ramas o áreas, 187 ya sanos y 9 decesos. En total 35 profesionales de la salud han perdido la vida en la pandemia.
Desde que se estableció en Tlaquiltenango, el doctor Pablo ha cumplido su promesa de ayudar en lo más que pueda a la gente del municipio que lo vio nacer, el costo de la consulta es de apenas cien pesos, y antes de recetar, agota todas las posibilidades para que el paciente no gaste de más en medicamento o en placas no necesarias.