Notas, Uncategorized, Zona Sur

30 de agosto de 2020, fecha que debe escribirse en la historia de Tetelpa

Momoxtle-Tetelpa Foto Yesenia Daniel
Momoxtle-Tetelpa Foto Yesenia Daniel

Por Yesenia Daniel

Zacatepec, Morelos; 2 de septiembre de 2020. El lunes 31 de agosto Pablo Paredes Ocampo, integrante del Comité Ciudadano del pueblo indígena de Tetelpa, me dijo “no te vayas, quiero enseñarte algo”; 10 minutos después Pablo, parado frente a una multitud que subió el cerro de La Tortuga, compartía un descubrimiento que lo tenía azorado.

Días antes, durante los preparativos para iniciar las fiestas patrias, un grupo de habitantes sube al cerro de La Tortuga, a limpiar el terreno y organizarse en la colocación de una bandera gigante que se pone en la punta del cerro en un mástil de 18 metros de alto, durante estos trabajos, Pablo que es nahuablante, maestro de lengua náhuatl por iniciativa e interés propio, además de danzante y pitero de la Danza de los Tecuanes; estaba dibujando y narrando a la multitud el origen en la versión nahua, de la colocación de la bandera en el cerro, y la existencia tangible de una tortuga y una mazacuata que está representada por el momoxtle (vestigios prehispánicos) como el caparazón de la tortuga, y una fila serpenteada de rocas al pie del momoxtle como la mazacuata. Pablo estaba feliz por haber encontrado la representación de la leyenda prehispánica, no sólo en la tradición oral sino de forma física.

Tetelpa, fue incluido en el catálogo de Pueblos Indígenas en 2016 en la Comisión Nacional de Pueblos Indígenas a nivel federal; es vecino de otro pueblo indígena, Xoxocotla; existen apuntes históricos que señalan que en el año de 1841 se registró en el pueblo de Tetelpa una epidemia de cólera morbus, en donde gran parte de la población murió y otros se fueron a sus tierras de siembra en Xoxocotla, al otro lado del cerro.

Los habitantes de Tetelpan (con ene al final) eran extraordinarios talladores de piedra, motivo por el cual los colonizadores dedicaron la Iglesia a San Esteban, patrón de los talladores de piedra, trabajo que se ve actualmente en la estructura de la Iglesia que data del año 1560 aproximadamente.

Los primeros registros del año 1435 hablan de la existencia de los tlahuicas en Tetelpan, pero hay versiones que indican que sus habitantes debieron haber existido desde hace mucho tiempo atrás.

Un día, o días antes, del inicio del mes de septiembre algunos pobladores se organizan y suben el cerro, encabezados por una niña que lleva la bandera nacional que será colocada en la punta del cerro para dar inicio a las fiestas patrias, sin embargo, Pablo Paredes tiene otra versión de “la niña de la bandera”.

“Tenemos nuestro propio ritual como pueblo indígena, en esta ocasión no se pudo hacer lo que se hace año con año, obviamente a la niña ya no se les sacrifica pero se le presenta, se sube a una niña hacia el cerro y se le llama ´La niña de la gran bandera´, pero seguimos ofrendando, seguimos ofreciendo y cada año estamos aquí, este día para agradecer y para hacer nuestro propio sacrificio, obviamente ya somos indígenas evangelizados, así que seguimos presentando la ofrenda, seguimos ofreciendo a la niña con los motivos patrios por el mes patrio; entonces ayer que estábamos trabajando descubrimos la historia de Tetelpa escrita aquí mismo, aquí está escrita, descubrimos la tortuga, que son los momoxtles y descubrimos la serpiente en torno a la tortuga; esto que ven aquí, tan simple aún, que parece, es la serpiente. Aquí está escrita la historia de Tetelpa, está la serpiente y la tortuga, nosotros a través de esta ceremonia, seguimos marcando nuestro propio territorio como pueblo indígena”.

En la versión prehispánica se dice que una mazacuata salió del lago de Tequesquitengo buscando el agua del río Apatlaco, pero en el camino se encontró con una tortuga que llevaba agua en su caparazón y la serpiente tuvo sed, entonces intentó robarle el agua a la tortuga, le lanzó dos latigazos, es por eso que existen en los momoxtles dos hoyos; “cuentan también que nuestros antepasados ahí venían a ver cómo vendrían las cosechas, cuentan que el maestro de ceremonias señalado por el pueblo, subía a los momoxtles y se fijaba en los hoyos, si el agua estaba turbia o sucia significaba que tenían que pensarle para sembrar porque el temporal venía muy pobre, no iba a haber casi lluvias, dicen también que cuando se asomaban a los momoxtles y veía que el agua estaba clara, era la señal de que podían sembrar sin miedo porque caería agua suficiente para el temporal que iba a estar muy bueno. Sucedió que cuando la tortuga fue atacada por la serpiente, quedaron grietas, ahí murió la tortuga y murió la serpiente, eso sucedió en el tiempo de floración de la flor del algodón, entonces como la tortuga quedó atravesada en el camino y la serpiente también, el viento que cada año tumbaba la floración no pudo pasar, ya que el viento chocaba con el cerro de Jojutla pero gracias a que estaba la tortuga y la serpiente ahí atravesadas, en ese año hubo cosechas abundantes, la gente se dio cuenta que gracias a eso hubo muy buena cosecha, entonces contentos le pidieron a los dioses Ehecátl y Tepantecutli, a Tláloc, le pidieron a los dioses que dejara ahí a la serpiente y a la tortuga y los dioses aceptaron pero a cambio le pidieron el sacrificio de una niña, no un niño, no una jovencita; los pobladores se pusieron de acuerdo y eligieron a una jovencita, la sacrificaron y fue así como el cerro de La Tortuga fue purificado y las cosechas fueron muy vastas. En el marco de las fiestas patrias se hace este ritual”, explicó Pablo Paredes.

El reciente descubrimiento de la representación de la tortuga y la serpiente fue dada a conocer a autoridades municipales, también se le dará aviso a autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para saber su opinión al respecto.

 

Entradas relacionadas